jueves, 23 de diciembre de 2010

Estamos haciendo un juego

Con unos amigos y colegas, estamos desarrollando un juego. El prototipo jugable está bastante avanzado aunque todavía no tiene un título del todo definido. El juego es parte de un universo de personajes como mínimo incómodos, parte de una historia más grande sobre una sociedad sádica, una sociedad de mierda, mirado con un humor bastante ácido. Buscamos hacer un juego a la altura de ese planteo global. Es curioso --o es inevitable, no me pongo de acuerdo conmigo mismo todavía-- que todos nosotros estemos participando el mismo juego y que sin embargo signifique cosas diferentes para cada uno. O no estoy seguro de que la palabra sea "diferente", porque lo que cada uno cree que es este juego no cancela que comparta la visión del otro. Cada uno encuentra algo en este juego que lo llama por encima de lo otro. El milagro es que estemos tan de acuerdo, pero es uno de los perfectos enigmas, es decir de la belleza perfecta, de la colaboración.

Para mí nuestro juego es un juego netamente social. Me interesa ese aspecto del juego por sobre todos los demás. Para mí es una crítica a espantos como este (no pienso subir esa basura acá), que hace tiempo busco cómo canalizar y escupir contra los impulsos cotidianos de higiene social que emanan de todas partes.

Podríamos haber hecho un juego muy serio. O un juego repleto de sentimientos (de sentimientos reales, no de "buenos" sentimientos). Existen juegos como esos, y me gusta jugarlos, y los aplaudo. Pero el nuestro necesita ser diferente porque en este universo todos son objetos, cada personaje cosifica al otro  (los personajes son literalmente objetos al programarlos, escritos en un lenguaje orientado a objetos) y la experiencia del juego ronda alrededor de las consecuencias de que los unos y los otros se relacionen como  objetos. En esa brecha que se abre silenciosa (porque nada resulta obvio, el lector del juego debe descubrirlo por su cuenta), nada vale, y vale todo.

Y sobre todo es un juego sobre la violencia en los juegos --una violencia que en definitiva es social. Nos interesa explorar un modo de representar una situación de violencia que es bastante propia de los videojuegos. Tengo en mente todo el tiempo la manera en que funcionan los comics de Chris Ware. En la superficie y a primer golpe de vista, todo parece alegre y colorido. El subtexto (que no está nada escondido) contradice todo ese golpe de vista a la primera lectura. En nuestro juego, el jugador se descubre haciendo cosas que no cuestiona. El gameplay está diseñado a propósito para que resulte ridículamente divertido y gratificante realizar estas acciones sin preguntarse lo que uno está haciendo. Así ocurre cotidianamente, también; al menos con ese material es con el que estamos experimentando para expresar alguna cosa. Ciertas alegrías son violentas, esas alegrías en esteroides, histeria y estrellitas. Me río y me río y me río hasta que lloro y no sé por qué pero quiero más porque nunca me alcanza y no sé muy bien qué hacer cuando no están las estrellitas --ese tipo de alegría. El subtexto, el verdadero juego, hace lo que puede por examinar y trabajar con esa clase de ironía.

Nos violentan cada vez que no podemos pensar, que nos interfieren con distracciones para que no pensemos en lo que realmente estamos haciendo, y cuando nos engañan en pensar que el otro es un objeto. Y todos sabemos que cuando nos engañan, en realidad somos nosotros que nos engañamos a nosotros mismos, pero pocas veces uno admite que eso ocurre porque el otro es parte de lo que somos nosotros. Es un experimento con jugadores tal vez. Con las creencias y la tolerancia a exposiciones de esta índole. No sé todavía. Pero viene por esa mano, el juego que estamos haciendo y descubriendo de a poco. Una sociedad de mierda, que hacemos cada día, donde todos son el otro, y el otro es una cosa a lo sumo: un extraterrestre. Traigan los misiles y las trinchetas que vinieron los extraterrestres.

Y lo hago, sobre todo, por la colaboración. El milagro es el misterio de la colaboración, que es el modo en que estamos haciendo este juego. La colaboración es la base de una sociedad perfecta según lo estoy viviendo en este proyecto. El milagro es que estemos tan de acuerdo al hacer este juego a pesar de eso (la gigantesca presencia de cada uno) que no es exacto llamar "distinto" pero que pasa por ahí y tiene que ver con lo que es, busca y necesita cada uno. Cuando eso se encuentra en el contacto con el otro, más allá de uno mismo, creo que la palabra más apropiada es "diversidad".

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