lunes, 27 de junio de 2011

Rabia, de Sergio Bizzio




Leer capítulo 1 

En el siglo 18, la casa, el castillo (la de Rochester en Jane Eyre, el del conde en Dracula, etc) es una figuración de la mentalidad de su dueño más que del ser fantasmal que ahí pena; en esa configuración, el altillo es lo que se esconde de la vista de los demás: los trapitos sucios, lo reprimido, el lado oscuro de la alfombra. Y el fantasma no es más que un aspecto de ese altillo y de ese dueño. 

Bizzio hizo de eso --de esa combinación de una psicología del habitar, de castillo de Otranto con mansión contemporánea-- un relato social argentino, y a la vez un relato de fantasmas, y de paso el relato de un sobreviviente, de Robinson Crusoe (apropiarse de un territorio) y a la vez un clásico relato de generación del noventa, es decir un relato con todo y también un género, y no puedo dejar de pensar que el verdadero protagonista de la novela no es quien parece ser (Juan María) sino que es colectivo: una sociedad (alta y liviana, ausente y desconocedora de su propia casa-mente) que lee Tus zonas erróneas, se va de vacaciones y hace las cosas que siempre hizo, sólo que parece un poco más ausente. 

Ya esto habría bastado. Pero hay algo más en la trama, una serie de detalles, otra lectura posible. (Por supuesto, lo que sigue está plagado de spoilers). Porque se cruza un género más, el género telenovela, la versión bastarda de los mismos géneros que se venían trabajando en la lectura anterior. Y el protagonista de nuevo parece no ser quien parecería se a primera vista.

La historia de Juan María es muy llevadera pero en cierto momento uno debería dudar un poco de algo, aunque no se esté seguro de qué (se esconde por años en la casa de los patrones de Rosa para que la cana no lo encuentre --mató gente-- y mientras vive ahí la vigila continuamente, sigue su vida, se vuelve fantasma, padre, muchas cosas).Dudas sobre el relato en sí, sobre el narrador detrás del narrador. Hablo de cosas que, al dudar, empiezan a formar una figura coherente. Como los aspectos femeninos de Juan María, por ejemplo. O la distancia continua entre Rosa y Juan María, como si uno solo de ellos pudiera existir a la vez. El hecho de que el bebé llame "mamá" a su papá (JM). Las tremendas, o tremendistas, hazañas de sigilo y aventura de Juan María, todos esos años. Donde todo explota es en el descubrimiento final, una escena casi tomada del Quijote, pero más bien de un montón de telenovelas que imitan al Quijote, a Bovary, al Romanticismo. Bizzio, si alguna vez leés esto, ¿Rosa inventa a Juan María?


Brillante novela, si la opinión sirve de algo.

2 comentarios:

Profetas de la Multiplicación dijo...

Me encantó la crítica-comentario. Me deja pensando... Volveré sobre Rabia y buscaré indicios de la hipótesis.
Saludos!
Emiliano

Profetas de la Multiplicación dijo...

Me encantó la crítica-comentario. Me deja pensando... Por mi parte, volveré sobre Rabia y buscaré indicios de la hipótesis.
Saludos!
Emiliano