Ese cuento que me faltaba lleva cuatro meses faltándome, mutando como un desgraciado que alguien dejó en libertad, corre enloquecido y fuera de control por las calles, es Carmageddon, y ahora es el cuento sobre no poder escribir ese último cuento, es decir se ha convertido en una pesadilla. Ya generó, como bulbos o un apéndice, al menos otra historia, que procedí a extirpar en cuanto empecé a entenderlo, y a encariñarme también, y entonces ya no falta un cuento para terminar el libro sino al menos dos --si el cuento se digna a ser lo que es hoy y no se sigue convirtiendo en una fuerza cada vez más incontrolable.
Me gustaría tanto terminarlo y pasar a nuevas cosas que, quizás, suceda.
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